La distancia se hizo agua, el agua escarcha y esta hielo, que caló hasta lo más profundo de mi alma, desquebrajando sentimientos y corazón a su paso.
Como cruel vendaval tus mentiras asolaron mi cuerpo, dejando mi cara bañada por ríos de sal. El sol se durmió en eterno sueño, las noches se hicieron años, y las estrellas cómplices de mis desdichas, confidentes de mis anhelos, viendo como se derrumbaba mi mundo.
Aquella noche de luna llena, abrí la ventana para gritar mi rabia, mi pena, al negro cielo, y sin permiso, aquella lágrima insolente calló en el arreate. Muchos fueron los meses que la regué con llanto, pero tras calmar el alma, la vi florecer, llenado mi cuerpo con aromas de fuerza, esperanza y fe, recosiendo con sus pétalos mí debilitado corazón.
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